Svinná es un bello poblado rodeado de bosques que se suceden en verdes praderas, suaves colinas salpicadas con coloridas flores, ciervos saltarines que se esconden de los poco más de 80 habitantes que residen tranquilos a dos horas de Praga en República Checa.
Desde este alejado pero encantador lugar, un día de 1912 salió mi bisabuelo Jan Novotny, hacia la lejana Sudamérica en busca de mejores destinos, porque el hambre y la falta de trabajo ya no permitían la buena subsistencia.
Llegó a la Argentina del recién entrado siglo XX y comenzó una nueva etapa de su vida.
"Tus padres y los padres de tus padres se continúan en ti", fue una frase de Silo que me resonó en este recorrido, hace algunas semanas, cuando pude conocer, por fin, Svinná.
¿Cuántas combinaciones de hechos, cuántas elecciones de posibilidades, cuántas circunstancias innumerables se tienen que dar para que uno nazca, para que llegue a este espacio-tiempo?
Encuentros, desencuentros, búsquedas, aciertos, destinos.
Y tus bisabuelos se encuentran, y nacen tus abuelos y abuelas, y luego tu padre y tu madre, y luego "naciste tu".
Y resulta que Jan Novotny, un día de 1912, hace 105 años, junto a sus hermanos tomó sus bolsos, lo poco que tenía, subió al barco que pudo y luego de semanas largas de viaje por el inmenso Atlántico llegó a Nuestra América.
¿Qué hubiera sido de la vida si Jan no se decidía a semejante travesía? Jamás lo sabremos.
Sólo nos queda agradecer por el esfuerzo de aquellos que construyeron trabajosamente nuestro peldaño.
Y seguir, por los que vendrán, que vivan libres, que avancen en el esforzado camino humano.


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