Muchas veces percibí personas nacidas en "cuna de oro" (lease countrys, colleges carísimos, autos de alta gama, etcétera), a quienes les es muy difícil sentir compasión por el otro, comprender su necesidad, su sufrimiento. Creo que eso sucede con quienes gobiernan hoy el poder político y económico.
Es altamente probable que ellos nunca hayan registrado en sí mismos fuerte hambre, doloroso frío, calor insoportable, o el hecho de no poder pagar las boletas de los servicios, tener la heladera vacía, etcétera.
Entonces no tienen la experiencia en carne propia de ese sufrimiento que hoy padecen grandes mayorías, como consecuencia de la concentración de ese mismo poder político y económico a límites intolerables. Y actúan en ese sentido, sin ningún tipo de compasión por los que registran ese dolor. Son gente gris, poco compasiva y muy poco humana. Tienen hasta poca gracia y poco vuelo intelectual.
Mientras ellos llevan su dirección destructiva, los que estamos del otro lado, vamos tejiendo redes en otra dirección, y resistiendo en conjunto, para contrarrestar esa tendencia oscura e inhumana.
Del otro lado, armamos entonces constantemente ese tejido de compasión, solidaridad y ayuda - tanto en el plano material como espiritual - que eleva a lo más alto todo acto humano y que podrá generar fuertes transformaciones futuras.
En el encuentro entre sensibilidades y prácticas compartidas, en la unión de corazón a corazón más allá de toda cuestión dogmática, en la confluencia y mixtion de identidades en un sentido humanizador, está el germen del nuevo mundo naciente.
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