¿Qué pasa cuando alguien bueno, sencillo humilde, parte? ¿Adónde va?
Hoy falleció Mendoza, el kiosquero de mi edificio. Y el barrio está triste.
Hasta la semana pasada hacíamos chistes de los precios, de los gobiernos, de que todo sube y nada baja. Una tragedia social a la que Mendoza le ponía buen humor. El humor de los humildes, de los sencillos.
Mendoza tenía siempre los mejores precios. Más bajos que Carrefour, Coto y cualquier gigante que sea. A Mendoza le llegaban los precios más altos y él los aguantaba. Él, a su modo, combatía a los oligopolios, y ayudaba.
Para favorecer a los vecinos.
Vecinos que lo querían. A los que siempre hacía reír, mientras colaboraba para que accedan a los bienes esenciales.
Hoy los vecinos del edificio vinieron a despedirlo. Trabajadores, humildes, que dan el adiós a uno de los suyos.
A uno que nos alegraba la mañana, con un chiste, cuando salíamos a trabajar y le comprábamos algo al paso.
Hay cientos de Mendozas entre nosotros, que hacen la cruel realidad social más llevadera. Que sin estridencias tejen con desinterés los lazos sociales.
Que tengas buen viaje, Mendoza. Que te reciba el dios de los buenos, los humildes, los sencillos.
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